miércoles, 3 de septiembre de 2014

Sin anestesia

Lo supe antes de leer aquel mensaje. Supe que el encuentro no llegaría. Casi palpé la sensación de final inminente, mientras arrastraba los pies de regreso a casa y sentía que finalmente había sido sacada de plano de un mapa en el cual tal vez tan sólo fui un punto pequeñísimo en algún rincón algo olvidado.
Me fui a la cama casi por inercia y desperté con la sensación de que nada estaba bien; de que ese mundo secretamente armado se estaba cayendo a pedazos y así lo fue. 
Lo derrumbamos con cuidado. Y tuve que oír, asumir, comprobar que mis teorías eran más que un juego de la imaginación: eran una realidad absoluta. 

De pronto tuve que abrir los ojos antes de tiempo. Demasiado pronto, demasiado de golpe y sin siquiera una gota de anestesia. 
Tuve que mantener los ojos abiertos a la fuerza, queriendo cerrarlos en esos segundos eternos, dolorosos que borraron todo aquello que en algún momento me pareció real. 

Te vi alejarte sintiéndome pequeña en medio de la noche, del frío y de la soledad que me parecía insoportable. 

domingo, 24 de agosto de 2014

Rueda de la fortuna

Tu mundo sigue avanzando mientras yo te miro desde fuera como observando una rueda de la fortuna que avanza tan rápido que no puedo subirme.

Tu mundo tiene sus propios tiempos, sus prioridades intactas, cada pieza bien armada como un puzzle perfectamente ensamblado que no necesita ni una sola pieza extra.

Y yo te observo desde fuera esperando que desvíes la mirada y seas capaz de verme. 

Y extraño nuestro acuerdo implícito que yo asumí sin permiso; extraño ese mundo que armábamos aquellos días de los que tan sólo tú y yo teníamos absoluta conciencia, el sonido del mar, el viento soplando con fuerza y la luz de la luna acompañada de las canciones que al final aprendí casi de memoria.

Y no dejo de observarte sobre la rueda girando con rapidez con la esperanza de que me veas y estires tu mano para tomar la mía y finalmente termines con este silencio que no comprendo.

No comprendo este repentino silencio del cual finalmente también me hice parte. 

sábado, 31 de mayo de 2014

101%

Opto por no esperar nada de ti.

No esperaré las típicas promesas ni te pediré más tiempo, atención ni cariño del que estés dispuesto a entregar.

No intentaré convencerte de qué no todas las mujeres somos iguales, ni de que si ahora elijes estar sólo es una decisión completamente tuya.

Te darás cuenta por ti mismo, algún día, que yo tan sólo he pagado platos rotos que no me corresponden; así como yo te hago lo mismo en cada acto de desconfianza.

Imagino que tu corazón está tan roto como el mío y que una de las tantas e inimaginables vueltas de la vida nos llevaron ser capaces de vernos en este preciso instante a pesar de que estuvimos rondando el mismo camino por años.

Supongo que no necesitas mas de mi tiempo, de mi atención ni de mi cariño. Supongo que estoy demasiado asustada como para dejar de pensar; como para dejarme llevar completamente; como para no querer huir a ratos.

viernes, 11 de abril de 2014

Días cómo hoy.

Hay días en los que logro mirar un poco más adelante. En los que la luz despeja el camino como la niebla que desaparece con la llegada del aire seco .... Y hay días cómo hoy. 

Ese constante avanzar y retroceder. Esa constante lucha contra la mirada fría y esa idea de que mi lugar nunca volverá a ser tal. Ese constante deseo de querer cerrar los ojos y de perder la capacidad de oír en el momento preciso.

Tal vez perdí mucho mas de lo que puedo estar recuperando. La soledad se amplifica y envuelve cada rincón de mi vida. 

Aún me siento un poco coja; aún no me siento completamente de pie. 

Me hablan del sentido de todo esto, de que de la otra forma no encontraría la felicidad (ese concepto tan manoseado), de que merecía más, de olvidar como si fuera simple y rápido como el abrir y cerrar de ojos... ¿Merecer qué? ¿Cual sentido?

Vivir por inercia, casi por obligación, por el tan sólo hecho de estar viva. Vivir con la esperanza y el más profundo deseo de que esto finalmente se disipará algún día. Vivir con la esperanza de que el tiempo y la costumbre ayudarán.

Canciones olvidadas, caminos divididos. Miradas juiciosas, expresiones de burla. 

Felicidad superficial y temporal. 

miércoles, 9 de abril de 2014

Desilusión

Ya no quiero envejecer junto a alguien.
Ya no quiero mirar atrás ni a mi alrededor.
Ya no quiero sentir la incomodidad, el olvido y ese golpe en el pecho que me lanza hacia atrás cuando siento que comienzo a avanzar.
Ya no quiero tener los ojos tan abiertos, los sentidos tan alerta ni la capacidad de comprender lo que pasa a mi alrededor.

A veces quisiera ser un poco ciega.

Mis risas estruendosas tienen algo de verdad y también un poco de mentira. Mis sonrisas son honestas y a la vez esconden ese deseo de no tocar fondo.

La expresión de dureza en mi rostro esconde el dolor, la decepción, la rabia.

Las frases de buena crianza envuelven la necesidad de seguir adelante, de lograr la casi imposible tarea de borrar, de pretender. 

Ya no quiero volver a tocar fondo.
Ya no quiero volver a creer, a escuchar, a entregar.
Ya no quiero volver a dar al punto de quedar con las manos vacías, y los bolsillos llenos de mentiras cuyo envoltorio era el de ilusiones, sueños y promesas finalmente negadas.

No quiero volver a escuchar esa voz, esa risa escandalosa. No quiero ver esa expresión a veces dura y otras veces de falsa consideración. 

No quisiera desaparecer; tampoco quiero compartir el mismo aire. 

Quisiera alargar los breves momentos de honesta felicidad que experimento a ratos. Quisiera que se quedaran, que no volvieran a irse y que de paso me trajeran de regreso.

Quisiera reír como lo hacía antes, transitar sin miedo como lo hacía antes de embarcarme en el mas grande error. Quisiera ser yo nuevamente, regresar, borrar, olvidar.